Hay muchas definiciones del ego (por cierto, aquí te hablo del ego Espiritual)
Desde el punto de vista de la psicología podríamos decir que el ego es una parte de la personalidad que actúa como juez supervisando la conducta y los pensamientos. Es responsable de la percepción de la realidad, de la formación de la identidad personal y por eso es de ayuda a la hora de adaptarnos al contexto en el que vivimos. El ego es una parte fundamental de nuestra personalidad y juega un papel importante en cómo percibimos e interactuamos con el mundo.
Desde un punto de vista más cercano a la espiritualidad diríamos que el ego es la identificación del ser con el pensamiento, la mente y la personalidad, que crea un sentido de separación y dualidad. Se considera que el ego es un obstáculo para alcanzar la conciencia y la realización espiritual.
De todas las investigaciones y prácticas para vivir una vida plena y satisfactoria que hay actualmente, hay una que está imponiéndose con fuerza y es la de los estados hipo-egoicos.
Contenido
¿Qué es el hipoego?
El hipoego es un estado bajo el cual se renuncia al control consciente y deliberado sobre el propio comportamiento para responder de manera más natural, espontánea o automática.
Así como hay una mentalidad egoica, también hay una mentalidad hipoegoica en la que se pierde el interés en uno mismo, se está menos preocupado por las opiniones de los demás, y aumenta el estado de presencia sintiéndose «aparte» del todo.
¿Qué es el estado hipoegoico?
Los psicólogs Leary, Adams y Tate lo definen como un estado psicológico definido por una participación relativamente pequeña del ego. Un ejemplo de estado hipoegoico es el estado de flujo, la autorreflexión, la desindividuación y la trascendencia.
Los estados hipoegoicos se caracterizan por una menor autoconciencia y/o un aumento en los pensamientos propios concretos y centrados en el presente. A la luz de esto, las personas pueden fomentar intencionalmente los estados hipoegocios a través de dos caminos:
- tomar medidas para reducir la proporción de tiempo en que son conscientes de sí mismos (como repetir un comportamiento hasta que sea automático o practicar la meditación) o
- aumentar la concreción de sus propios pensamientos (como inducir una mentalidad concreta o practicar la atención plena).
A través de los estados hipoegoicos, las personas pueden regular su comportamiento y obtener mejores resultados que esforzándose por mantener el control en situaciones en las que esto termina siendo perjudicial.
En estados hipoegoicos las personas tienen pensamientos mínimos sobre sí mismos, su reputación y cómo la gente los percibe. Están más enfocados en situaciones concretas del momento presente y en resultados en los que no está involucrados el ego en primera persona. Los estados hipoegoicos pueden incluir estados de flujo, pérdida de autoconciencia y trascendencia.
“Silenciar el yo promueve el funcionamiento adaptativo y el bienestar de muchas maneras”.
Sin embargo, si se llega a estos estados de autoconciencia de manera egocéntrica o egoísta, las personas se vuelven ciegas ante sus propias deficiencias. Se enfocan estrechamente en las implicaciones de un evento para ellos mismos y no adoptan una perspectiva más amplia sobre cómo el evento también podría afectar a otras personas o incluso en sus implicaciones más amplias para ellos mismos a largo plazo.
Generar estados hipoegoicos
Muchos estados psicológicos positivos parecen surgir cuando las personas están en un estado hipoegoico, un estado que contribuye a un mayor bienestar y un funcionamiento virtuoso.
Hay cinco áreas conocidas como estados hipoegoicos:
Humildad
La humildad es un estado positivo o virtud caracterizada por la falta de preocupación por uno mismo, la sensación de que uno no es ni mejor ni peor que los demás, y la conciencia de que uno no es el centro de atención. Los resultados positivos de la humildad incluyen perspectivas prosociales, relaciones interpersonales mejoradas y un mayor sentido de conexión con el mundo en general. Se dice que estos resultados no son solo el resultado de la humildad, sino que son los «efectos secundarios de tener una perspectiva hipoegoica».
Emociones positivas
Muchas experiencias y emociones positivas suceden en un estado hipoegoico. Por otro lado, cuando las personas están absortas en pensamientos negativos relacionados con sí mismos, esto produce emociones negativas. En el flujo, se produce una concentración profunda, se reduce la autoconciencia y las personas tienden a estar intrínsecamente motivadas. Cuando las personas están menos enfocadas en sí mismas y son más hipoegoicas, tienden a generar emociones positivas que a su vez conducen a generar más emociones positivas, como dice Barbara Fredrickson.
Compasión, altruismo, amor, perdón, empatía
Estas «acciones positivas orientadas hacia los demás» prosociales son más probables cuando las personas se encuentran en un estado hipoegoico, donde uno está mínimamente centrado en sí mismo, se ve a sí mismo como conectado con los demás y el ego tiene poca participación en el resultado.
Sabiduría, perspectiva y mentalidad abierta
Mantener una perspectiva amplia, desarrollar sabiduría y mantener la mente abierta puede lograrse de manera más efectiva si uno se encuentra en un estado hipoegoico. Dejar de lado el egocentrismo y estar abierto a nuevas ideas puede permitir la autotrascendencia.
Trascendencia y espiritualidad
La mayoría de las tradiciones religiosas y espirituales alientan a las personas a emprender prácticas que aquietan el ego y conducen a estados hipoegoicos que reducen el sufrimiento y resultan en un mayor bienestar para todos.
Estrategias para llegar a un estado hipoegoico
Hay dos estrategias hipoegoicas generales:
La primera es aprender formas de reducir la autoconciencia a voluntad, a través de la meditación, por ejemplo.
La segunda es centrar la atención en los aspectos concretos de la propia conducta, eliminando así los pensamientos propios abstractos y deliberativos que pueden interferir con el desarrollo de conductas automáticas y complejas.
En ambos casos, reducir la proporción de pensamiento de alto nivel y autocontrol deliberado permite mejorar la calidad de los comportamientos que se realizarían mejor sin atención y control conscientes.
Para finalizar afirman Leary, Adams y Tate: «aunque hay momentos en los que la autorregulación consciente y deliberada es esencial, la gente suele pensar en sí misma mucho más de lo necesario. No sólo una gran cantidad de pensamientos que no facilitan la vida a las personas, sino que pueden crear problemas al interferir con la acción automática o inducir innecesariamente un afecto negativo. Lo ideal sería que una persona pensase conscientemente sobre sí misma, pero luego permitiese que el ego permaneciera inactivo hasta que el pensamiento propio vuelva a ser necesario.
La pregunta importante, entonces, es ¿cómo pueden las personas reducir sus efuerzos para controlar su comportamiento cuando desean hacerlo?
Hemos sugerido dos estrategias hipoegoicas basadas en la capacidad de renunciar al autocontrol, con el que pueden regularse a voluntad, evitando así los problemas asociados con la excesiva autoatención y mejorar la calidad y eficacia de su comportamiento.
Fuentes:
Leary, M. R., Adams, C. E. y Tate, E. B. (2006). Hypo‐egoic self‐regulation: Exercising self‐control by diminishing the influence of the self. Journal of personality, 74(6), 1803-1832. https://doi.org/10.1111/j.1467-6494.2006.00429.x